
Figuras, Formas y Volúmenes
Wynwood Arts District
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Miami, Fl. 33127
Francisco Narváez
Figuras, Formas y Volúmenes
La Fundación Francisco Narváez es una institución sin fines de lucro creada en 1985 con el objetivo esencial de preservar el legado de este artista mediante la investigación, el registro y la documentación de toda la información que pueda aportar testimonio de su vida y obra. Como parte de esta labor, apoya exposiciones, trabajos académicos, publicaciones y talleres de aprendizaje que tengan como base fundamental la documentación organizada en relación con el maestro, la cual pone a disposición de personas y entidades involucradas en las artes plásticas.
Desde sus inicios la Fundación está seriamente comprometida con la recuperación, restauración y conservación de los monumentos y obras de intervención urbana ejecutados por Narváez, y en este sentido ha trabajado en importantes propuestas de rescate integral de espacios públicos en diversas localidades del territorio venezolano.
Complementa este desempeño mediante un desarrollo significativo en el campo académico, formándose y formando personal adscrito a otras instituciones a través de asociaciones estratégicas para cubrir la necesidad de mantener, conservar y restaurar tanto los monumentos públicos como las obras de pequeño formato pertenecientes a colecciones privadas.
Ascaso Gallery y la Fundación Francisco Narváez realizan esta exposición antológica conformada por una nutrida serie de pinturas y esculturas elaboradas con diversas técnicas, materiales y en distintas etapas de la vida de Francisco Narváez, sin duda alguna uno de los creadores más destacados y relevantes de Latinoamérica.
«¡Mamá, están desnudas!» Eso era con las graciosas figuras de Las Toninas de Narváez, que se dibujaban en la luz saliendo del túnel de las Torres del Silencio. Desde la ventana trasera volteaba para ver los cuerpos robustos de las sirenas cabalgando sobre los delfines en la fuente. Allí empezaba el camino a Puerto Azul. En mi niñez, a veces acompañaba a mamá a visitar a mi abuelo EBN, por aquel entonces Cronista de la ciudad de Caracas, al estudio que mantenía en un pequeño apartamento con generosos ventanales que daban a la fuente de Narváez en el Parque Carabobo. Este grupo escultórico de figuras en reposo adornaba la intimidad del parque bajo la sombra de los caobos. Habiendo sido pianista y con médula musical, no había concierto que mamá se «pelara» en el Aula Magna recién construida. Nosotros la acompañábamos.
Papá nos dejaba al pie de La Cultura de Narváez que engalana el frente de la Plaza del Rectorado antes de seguir a estacionar. Caracas parecía ser de Narváez: ahí estaba El Atleta frente al Estadio universitario, el Rafael Urdaneta ecuestre en la
Plaza La Candelaria y las figuras en lo alto del recibo neoclásico del Museo de Bellas Artes y de Ciencias que visitábamos los domingos de inauguración.
La ópera prima de Narváez se inspira, como es natural, en el arte académico que se promovía desde la Academia Julian donde estudió en París al final de los años veinte. Narváez pronto regresa al país y se afanaría durante décadas en promover los ideales de una sociedad nueva cuyas referencias visuales serían la exaltación del cuerpo humano y un arte alegórico de carácter formativo —la educación, la ciencia, la cultura, el deporte—, es decir una invitación a la superación personal para un mejor participar en el cuerpo social. Su feliz colaboración con Carlos Raúl Villanueva le brindó la oportunidad de ornamentar sus edificios y trabajar con él en obras de carácter público. Narváez realizaría su obra monumental y de taller con el espíritu de majestad que brindan las figuras y las poses del arte clásico: éstas ostentan con orgullo los rasgos faciales y el cuerpo fibroso de una raza mestiza. El reconocimiento y la exaltación de este segmento de la población venezolana señalaba la pronta incorporación de las mayorías populares a los procesos sociales que se cocinaban al final de la era gomecista.
Así describe el siempre certero Arturo Uslar Pietri lo que sucedía en el diminuto taller del artista en Catia: «(…) Para mucha gente joven, formada dentro de las limitaciones y estrecheces de la época y de la situación política, aquel apartado recinto era como una revelación (…). En las paredes estaban las mujeres margariteñas de Narváez con sus carnes morenas y sus peces de plata y en las tallas de madera se levantaban colosales mulatas bajo racimos de plátanos y rostros hieráticos y transitados de negras, como los testigos y los adelantados de un pueblo que había comenzado simbólicamente a ponerse en marcha. En aquellos años el taller de Francisco Narváez fue el hogar de la mejor esperanza venezolana. Ni antes, ni después, se encuentra nada semejante».
Escribiendo estas palabras desde la distancia, se nos hace Narváez un cultor del país que no queremos pensar perdido en el desvarío actual. Con esta iniciativa editorial, la familia del artista y la Galería de Arte Ascaso, que en esta ocasión la representa, se propicia un nuevo ciclo de interés público hacia una obra cariñosamente dedicada a la familia venezolana. Quizás la principal preocupación que tuvo Narváez fue la de articular un sistema visual que apuntalara las ideas de progreso para una sociedad perfectible, en paz, como lo proclamaba el ideario de la utopía modernista. Cuando repasamos su obra sentimos la calidez del cuerpo de la Venezuela profunda y la volvemos a hacer nuestra.
Aplaudimos la publicación de este hermoso libro revelador de un carácter incesantemente actual. El momento es propicio para que los valores estéticos y el ideal de país de Francisco Narváez sean valorizados por las nuevas generaciones.

Obras
disponibles en esta exhibición